El sábado fue la cereza del postre, la fiesta entre
amigos: esta vez con Pil y su banda, y CJ Ramone tocando todos los clásicos de
su viejo grupo. Muchísima gente por cada rincón del estadio, alemanes venidos
especialmente para la ocasión, punks recalcitrantes de esos que se pasan dos
horas frente al espejo para hacerse la cresta y cantan “El Avestruz” en vez de
“First Time”, chicas emperifolladas en perfumes de última moda, chicos que
parecen haber desayunado cerveza, fans de Ramones que solamente fueron por CJ
pero se quedaron a ver que onda con DTH, pungas, posers, gente que se saca
fotos de espaldas al escenario mientras la banda toca… De todo un poco, reflejo fiel de este
cambalache modelo siglo XXI.
Como esa noche se estaba grabando el show para un
futuro DVD, había que ser protocolar: la apertura es, como en el último disco,
con “Ballast der Republik”, enganchada con “Liebesspieler”. Los saltos, los
gritos, los globos y el alma al aire festejando 20 años de una comunión musical
que trasciende fronteras idiomáticas. “Alles was war” y “Altes Fieber” aportan
la cuota emotiva, mientras que “Vida Desesperada” y “Liebeslied” suman más
furia. Los chicos de la platea no se bancan no ser parte del asunto y
arriesgadamente deciden descolgarse y bajar al campo, hecho que genera corridas
por parte del personal de Seguridad. Como de costumbre, nunca faltan los amigos
de lo ajeno, y así puede verse a un morrudo muchacho de remera azul que
sigilosamente aprovecha para quedarse con una que otra billetera.
Después de “Pushed Again”, volvieron a invitar a Pil
para cantar “Ultraviolento”. Y cuando todos esperaban que se repitiera “Viva la Revolución” como en Mardel,
Campi sorprendió anunciando “Represión”. Sí, el viejo tema anti
represivo de Los Violadores modelo 81 aparecía galardonando la noche. De más
está decir que todo el estadio coreó a voz en cuello el tema, mezcla de emoción
e incredulidad. Luego, la seguidilla de clásicos con “Alex” y “Wünsch DIR was”,
y cerrando la primera parte, “Días como estos” con una lluvia de papelitos que
aflojó hasta las lagrimas de los más duros.
Para iniciar los bises, el momento más esperado de la
noche: Norberto “Ruso” Verea contó que la moción iniciada por dos fans de la
banda había tenido éxito, e invitó a la diputada porteña María José Lubertino a
entregarle a los Hosen el diploma de “Huéspedes de Honor de la Ciudad de Buenos Aires”,
ante la alegría de la banda. Volvieron a tocar “Mi Buenos Aires Querido”,
previo pedido de disculpas de Campi por su primitivo español.
En la segunda tanda de bises, se esperaba que
abrieran con “Strom”, pero volvieron a sorprender: invitaron a Attaque 77 para
tocar junto a ellos el clásico “Donde las águilas se atreven”.
Dos generaciones y dos países distintos de la mano, como para remarcar la idea
en medio de un momento inolvidable. Claro, CJ andaba por ahí y era casi
obligatoria la invitación. El energético bajista subió para acompañarlos en
“Blitzkrieg Bop” de su extinta banda, y en “Should I stay or should I go” de
The Clash. ¡Debe haber sido la primera vez que los Hosen tocan con dos
bajistas!
Última serie de bises, casi como un regalo de amigos.
Breiti anuncia que van a hacer una canción especial para todos aquellos que los
han seguido durante todo el tour, pero que no es muy conocida. Los
vibrantes acordes de “Wort zum Sonntag”, el sentimental homenaje a Johnny
Thunders, inundan el lugar que no puede más de tanto entregar el corazón ante
cada tema de la banda.
Ahora si, no hay tiempo de más: de la mano de “Schönen
Gruß, auf Wiederseh'n” y “You’ll never walk alone” la noche perfecta ha llegado
a su final. Sudor, cerveza, lagrimas, uno que otro golpe, y la noción de haber sido parte de otra cruzada heroica de una banda que ya está más allá
de nacionalismos chauvinistas o de banderías políticas. Esta noche, Die Toten
Hosen se consagró como una nueva pasión que late en los corazones
argentinos.